Un cristal se desempaña, y donde parecía haber escarchas,
Solo codicias reducidas, se esparcen la ida y venida.
Una antología de antipalabras,
Mundo irreal al que me he ligado.
Preguntas me hago,
¿Cómo puedo yo, saber que el fuego se ha encendido?
Un cenicero esparcido en los suelos,
Humo de estrellas molidas,
Que levita y desconcentra,
En sus arcadas, fachadas de un documento,
De cómo yo ardo en el deseo.
Todo tiene respuesta, solución y final.
Las intrínsecas garras de tigre,
Con las cuales has sido dotado,
Que las alejes de mí,
O el pecado será comentado.
Cansancio de mil años despierto,
Me garronea la cara, la desprende.
Un sueño, sueño es,
Mas yo, sigo apostando en su veracidad.
Irresistible es ese espacio inexistente.
Con las palmas al cielo, pido una lluvia,
Mientras que detesto, cada pedazo de cerebro,
Que se me es arrebatado, sin prestarlo.
Un escritor y su contra, en el ámbito mismo.
Corriendo las cadenas del otro, para hacerlo caer.
Gustando lo que hace, copiándolo.
Empero, yo busco la señal, para que rival inmaduro desaparezca.
Ese anhelo existe, ¿es real?
Ser del no ser, desaparece y no aparezcas, en los lugares que apetezco deambular.
Un pálpito me dice que es cierto, comentado, armonioso.
Que el existir no existe,
Lo que llevo adelante, un canal desbordado.
Abandonar lo que hago,
O pensar en el pasado.
Lo que he tenido, y en modorras, se ha ido.
Ese anhelo, ¿es real?
Una antología de antipalabras,
Con las cuales has sido dotado.
Mas yo sigo apostando en su veracidad,
Aunque sé, que un sueño, sueño es.
Lo que he tenido, y en modorras, se ha ido.
