martes, 3 de noviembre de 2009

El embajador de los sueños


Esta es la historia de un general,
que de chico había tenido muchos amigos, originario de un pueblo índigena.
Con seis de ellos (Tom, Toby, Mark, Bip, Luck y Stu)que lo habían presionado para entrar en la fuerza armada, se habían enlistado.
Para este punto, había casado y embarazado a su mujer.
Sus amigos eran lo más grande del mundo, después de su amada y su futura hija.

Las primeras guerras en las que había de participar, eran muy livianas.
Para cuando llegaba el en el cuerpo de refuerzos, todo estaba practicamente resuelto.
Eso sí, batallaba muy bien cuando lo necesitaba.
Un general, al terminar una batalla, le pidió que fuese del cuerpo de asalto, y dejar los refuerzos, por su increíbe valentía.
Por supuesto que acepto servir a la nación de esa forma, y en todo esto, también recibiria un buen aumento.

La primera batalla lo desgastó mucho. No era el mismo. Era un hombre que se veía demasiado callado, nada que ver con su anterior yo. Era hasta más distraído.
La segunda batalla, lo había acallado todavía más.
Para la tercera, ya tenía hasta mayor rango. Le dejaron llevar a su familia, aunque nadie suponía que esto podía ser un riesgo. Ellas, la mujer y la preciosa hija que cumpliría un año, se hospedaban en una hermosa cabaña lejos del campo de guerra.

Un día los japoneses invadieron la costa. Era un día lluvioso, negro, muy oscuro. El padre, que le decían Bob, iba con sus amigos peleando muy juntos, cuando de repente, se aprecía una chica, jovencita, era la hija. Bob trató de correr, la podía atrapar, pero sus amigos le cerraron el paso. Le dijieron que no podía salir a pleno campo de batalla desde una segura guardilla como esa. Lo matarían. Bob no lo podía creer, los apartó de la puerta y corrió detras de la nena.
No puede recordar lo que pasó en ese momento, ya que un miembro de asalto enemigo había podido dispararle antes de que llegara. Según le contaron, el mismo japones había eliminado a su hija.

A Bob le amputaron una pierna. Lo internaron por dos meses. Tendría que haber estado un poco más de tiempo, ya que su herida inciciva le seguía doliendo como nunca.

Al poco tiempo, el ejercito lo contrato de nuevo, ya que era con lo único que podía mantener su desquebrajada familia. Bob nunca lloró, ni en los tiempos más difíciles. Su mujer nunca volvió a ir a una batalla con él.

El pobre hombre, trataba de llevar siempre consigo una espada originaria de su pueblo. Ya no le hablaba tanto a sus amigos.

El ejercito debía limpiar un costado de Alemania de su gobernante loco. Allí ganó mucho respeto, y de inmediato fue asendido a general.

Ya más viejo, pero no tanto, ya que solo tenía 47 años, el y su escuadrón pequeño, que era conformado por sus seis amigos y 3 o 4 reclutas más, eran enviados de vuelta a su país para entregarles una misión especial. Bob se enteró en el viaje que en realidad el que había matado a su hija, era un enemigo de los japoneses, por lo tanto, del mismo bando de los 7 amigos. Había sido un error grave. Al mismo padre de la fallecida no le conmovió en lo más minimo, si guardó silencio.

La misión secreta era la de exterminar una tribu, que reclamaba la independización de cierta parte de ese país, que originalmente era suya. Este era el pueblo de Bob.

Cuando todos estaban preparados, en línea formados, Bob largó una lagrima. Acto seguido sacó su espada y apunto a Toby. Este estaba distraído y al verlo se río, pensando que era una broma. Pero no lo era. El rudo combatiente le clavó esa espada que lo atravezó de lado a lado. Mientras los demas retrocedían, Bob gritaba: ustedes me hirieron físicamente. Me mataron una hija. Y ahora pretenden arrasar con mi pueblo. Un verdadero amigo nunca envia a la guerra a otro amigo. Me ligaron a la maldita muerte. Al terminar esta frase, Mark fue desgollado por Bob. También Tom. Bip desenfundó su revolver que mantenía a mano y le dio tres tiros en el pecho. Bob cayó por un segundo, al levantarse, le cortó la cabeza enteramente. Stu e alcanzó a dar dos escopetazos, pero no dió para más, ya que minutos más tarde, estaba tendido en el suelo, con una herida en el pecho. Bob no pretendía dañar a nadie más que no fuera uno de sus tan despreciados amigos, eso lo entendiero los cuatro acompañantes. Luck, el último, alcanzó a tirarle a la cabeza, lo que hizo caer a Bob al suelo, desfalleciente. Luck guardó su pistola de manera muy snob. Pero, cuando recorrió con la mirada al resto del escuadron, se encontró con caras muy amenazadoras. Uno lo apuntó al corazón con su rifle. Lo dejó caer en sus ultimas sílabas sin sentido pronunciadas. El mismo, se acercó a Bob y le trató de sacar la espada al muerto. No lo pudo hacer. Y dijo que cuando pudiera, la clavarian en el centro de la ciudad originaria del fiel luchador. Al lado yaciría su cuerpo. Repentinamente, la espada que no se la podían sacar de su mano se deslizó suavemente hasta que la pudieron sacar los demás.

El dicho se cumplió. Los muy buenos soldados ayudaron en la independización de ese pueblo. La viuda, llegó a su tumba y solo derramó una lagrima, lo que la hizo prosperar y empezar a reírse con sus magníficas memorias del reciente muerto.

De Hubs, para el Viole and Hubs, acompañado como siempre por una magnífica foto de la Viole's collection.

1 comentario:

  1. hola primo
    muy lindo el blog
    segui asi
    que vas a llegar a mucho
    y viole me encantan tus imagenes
    son hermosas

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